Que tengas una bendita Semana Santa

Hermanos, hoy comenzamos la celebración de la semana más sagrada en nuestro calendario litúrgico. Conmemoramos la última entrada de Jesús en la ciudad santa de Jerusalén. La gente lo precedió y lo acogió con alegría. Sin embargo, este es el mismo grupo de personas que se dieron la vuelta y gritaron: “Crucificarlo”. ¿Qué salió mal? Jesús no se separó. Todos fueron bienvenidos en su compañía. Nuestra generación repite este ciclo de aceptación y rechazo de Jesús, no tanto verbalmente sino con nuestras acciones.
Esta semana será santa para nosotros no por nuestro vocabulario litúrgico. Pero porque viviremos nuestras vidas de una manera radicalmente diferente del pasado, en todos los niveles de nuestra existencia. Al verse envueltos en esta pandemia de Covid-19, compartimos una experiencia humana común del miedo a perder nuestra salud; el miedo a perder nuestros trabajos; el miedo a perder nuestra dignidad. La incertidumbre nos ha agarrado; hemos descubierto que somos impotentes. Nos enfrentamos a nuestra mortalidad. El significado de la vida como un don sagrado, ha conseguido un nuevo significado.
Sin embargo, hay buenas noticias. En medio de esta pandemia estamos presenciando y notando evidencia tangible de solidaridad y compasión genuina en nuestros socorristas, cuidadores de la salud, cuidadores primarios, amigos y familiares. Esta situación ha producido lo mejor de la humanidad. Se trata de hombres y mujeres, que como el buen ladrón de Jesús Crucifixión, han elegido morir al lado de Jesús. En la historia de la Pasión y la Crucifixión, encontramos orgullo, traición, negación, miedo y muerte. Al final, hubo victoria sobre el pecado y la muerte. Estaba la resurrección. Del mismo modo, en esta pandemia de Covid-19, encontramos.incidencias de gran orgullo, negación, señalamiento sin dedo, traición, cambio de miedo a la culpa y fracaso. Sin embargo, como cristianos creemos que al final habrá recuperación, reconstrucción de la humanidad rota y resurrección.
Por lo tanto, hagamos especial esta Semana Santa. Pidamos a Dios que nos bendiga con resiliencia espiritual, para que podamos superar cualquier rastro de rigidez espiritual, aceptar ser reformados y recreados en la clase de personas que Dios desea para sí mismo. Un pueblo que producirá frutos morales, espirituales, éticos y físicos que reflejen las características de los ciudadanos del reino de Dios.
Vivimos nuestras vidas de cierta forma, que la gente del mundo dirá que verdaderamente somos hijos de Dios. Las Palmas que hemos recibido, deben convertirse en un símbolo de nuestros fieles a la llamada de Dios a la santidad. Esta es nuestra historia de salvación.
Que tengas una bendita Semana Santa.
P. Lucas Kazimiro Simango Pastor