Por qué pedimos
En 1988, los obispos católicos de los Estados Unidos lanzaron el Fondo para la Jubilación de Religiosos (RFR, sigla en inglés) para responder a la preocupante falta de fondos para la jubilación de hermanos, hermanas y sacerdotes de órdenes religiosas católicos.
Durante la mayor parte de su vida, los religiosos ancianos trabajaron recibiendo escasos salarios o ninguno. No tenían planes 401(k) ni pensiones.
Las comunidades religiosas tienen la responsabilidad financiera del sustento y atención de todos los miembros. Los ingresos, las ganancias y los gastos se manejan en forma independiente a la parroquia y demás estructuras diocesanas de la Iglesia Católica.
La escasez en los fondos se ve agravada por los costos en aumento de la atención médica y los ingresos reducidos. Y, a medida que más religiosos vayan alcanzando la edad de jubilación y dejen el ministerio compensado, los ingresos se irán reduciendo mientras que las necesidades de atención aumentarán.
Hay 31 mil religiosos mayores de 70 viviendo en Estados Unidos. En 2017, el costo anual promedio para su atención fue casi de $44 mil por persona.
Además de la asistencia financiera directa, los ingresos de la petición anual garantizan los programas educativos, los servicios y los recursos que permiten que las comunidades religiosas evalúen y se preparen para las necesidades de jubilación a largo plazo.
El respaldo del Fondo para la Jubilación de Religiosos ayuda a las comunidades religiosas a cuidar a los miembros ancianos mientras continúan sus importantes ministerios para el Pueblo de Dios.